miércoles, 30 de abril de 2014

Soy leyenda, Richard Matheson



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El libro se desarrolla en una versión postapocalíptica de la ciudad de Los Ángeles, comprendida entre el año de 1976 y 1979. El protagonista, Robert Neville, ha sobrevivido a una pandemia provocada por una guerra bacteriológica que ha arrasado con todas las personas que había en la Tierra; sin embargo, éstos no están muertos, sino que se han convertido en portadores de una bacteria que produce los clásicos síntomas del vampiro mítico, dividiéndose en dos clases: los infectados, quienes en vida contrajeron la bacteria y los vampiros, los muertos que resucitaron gracias a la bacteria.
La vida de Neville es muy monótona. Durante el día repite una y otra vez la misma rutina: repara su casa, revisa el sello de sus ventanas, fabrica colgantes con ajo y elimina los cadáveres de zombies que yacen sobre su césped, además de salir por comida e ir a cazar a los vampiros que entran en una especie de coma mientras aparece la luz solar; en la noche, Neville se sienta a escuchar música clásica y beber whisky, mientras intenta distraerse de los elementos del pasado vigentes en su memoria y de los alaridos de burla e incitación que dan los vampiros fuera de su casa, haciéndole perder ocasionalmente la cordura.
Pronto despierta la curiosidad del protagonista por comprender a las nuevas criaturas que habitan en el mundo; curiosidad que choca frontalmente con sus frustraciones y errores mientras se adentra en el estudio de las mismas, debido a que Neville no tiene mayor formación académica. No obstante, se obliga a sí mismo a estudiar libros de medicinapsicologíabiología y otras ramas para tratar de descubrir los misterios de las criaturas, desde descubrir la enfermedad que les afecta hasta reconocer las causas de sus temores a la luz del sol, los ajos, los espejos y demás mitos de la leyenda, como las cruces. De ahí en adelante, la historia toma un rumbo que deja de mostrarnos una vida regular enfocada en la supervivencia, y nos lleva por sus estudios y hallazgos.
En su vida personal, por otra parte, este hombre ha estado aislado de la sociedad durante casi tres años, y su cordura se mueve en la cuerda floja. Si bien Neville consigue adaptarse a esta vida, los recuerdos del pasado de su esposa y su hija no dejan de atormentarlo. La compañía para él es algo que anhela durante la novela, y en una parte de ésta, cuando aparece un perro libre de la bacteria fuera de su casa, éste hace todo lo que puede para ganarse su confianza. Posteriormente el perro muere en uno de los capítulos más logrados de la novela.
Un día, Neville ve caminando a una mujer a plena luz del día. Descubre que el nombre de la mujer es Ruth y que llevaba escapando durante una semana de los vampiros tras perder a su esposo. Neville la lleva a casa y la cuida, mas nunca deja de sospechar acerca de la posibilidad de que esté infectada, por lo que decide sacarle una muestra de sangre. Durante un día, ambos personajes comparten sus historias y se enamoran rápidamente. Pero cuando Neville analiza la muestra de sangre y descubre que ella está infectada, ésta lo deja inconsciente y se marcha. Al recuperar el sentido, Neville descubre una carta en la cual Ruth le explica que pertenece a una nueva sociedad de infectados dispuestos a restablecer el orden, eliminando a los vampiros y al propio Neville, por lo que le aconseja que huya. Asimismo, explica que gracias a una píldora, le era posible salir a la luz del día, revelando en ese sentido, el nacimiento de la nueva sociedad a la que Neville no podía pertenecer.
Haciendo caso omiso del consejo de Ruth, Neville se queda en su casa decidido a entregarse hasta que van a su casa y, en medio de un enfrentamiento, es herido en el pecho. Ya en una celda, Ruth va a visitarlo para hacerle saber que será ejecutado públicamente. Neville comprende entonces que en esa nueva sociedad no hay espacio para él, y que todos aquellos que esperaban su muerte lo hacían por el miedo y el pavor que le tenían a aquel ser extraño diferente a todos. Robert Neville se había convertido en una figura mitológica en la nueva sociedad, que al igual que los vampiros en la antigüedad, mataban a la gente mientras dormía pacíficamente. El último pensamiento de Neville se ve como la revelación que hay ante estos hechos: Soy leyenda.
Gran parte de la historia está dedicada a las luchas de Neville para entender la plaga que ha transformado a toda la humanidad excepto a él, y detalla el progreso de sus descubrimientos. En cuanto a esto, la novela es casi única en el tratamiento de los vampiros clásicos. En ésta, el autor, en vez de pedir al lector que acepte una explicación sobrenatural del fenómeno de los vampiros, se esfuerza en ofrecer una base científica para síntomas como la aversión al agua bendita y a la luz solar. La animadversión a los espejos y a las cruces, por ejemplo, se revela como un trastorno de tipo psicológico.

El clímax de la novela, de un profundo y chocante dramatismo, expresa a la vez un gran pesimismo hacia el porvenir de la especie humana, en consonancia con los contenidos catastróficos (la amenaza nuclear, por ejemplo) presentes en la cinematografía y la literatura de los tiempos de la Guerra Fría, época en que la obra fue escrita. El mensaje profundo de Matheson sugiere un terrible escepticismo darwinista, a través de la comprensión final del solitario protagonista, Neville, de que su momento, y el de toda la raza humana, ha pasado. Los odiosos vampiros que iban a ejecutarlo, éticamente no podían considerarse ni mejores ni peores que él, por tanto, los monstruos que él había exterminado con tanto ahínco no eran en realidad más que entes biológicos normales y corrientes, cuyo único pecado había sido tratar de adaptarse, al igual que él, a las actuales circunstancias, en su natural intento de sobrevivir.

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